Escritorio para niños, un diseño para enfrentar la adversidad

Escritorio para niños, un diseño para enfrentar la adversidad

Para mantener a flote su empresa durante la pandemia, John Carrillo y Sandra Cortés no podían seguir haciendo lo mismo. Tenían que renovar sus propuestas de diseño y conectarse con las necesidades de un mundo en aislamiento.

Desde hace 20 años y hasta el inicio de la crisis, la compañía colombiana Innercia S.A.S. se dedicaba a vender soluciones a empresas de consumo masivo, como Nutresa, Pfizer o Ramo, para exhibir sus productos en puntos de venta.

Una vez se declaró la emergencia sanitaria, con su fábrica cerrada y la obligatoriedad del decreto de aislamiento preventivo, fue evidente para John y Sandra –esposos y cabezas de la empresa– que adultos y niños necesitan abrir un espacio de trabajo y educación en casa. Y que, para esto, requerían mobiliarios a un buen precio. Bajo estas premisas nació una idea que está marcando su reinvención dentro de la adversidad: el diseño de un escritorio práctico, económico y fabricado con un material reciclable.

“Cuando pasó todo, nuestros proyectos se quedaron quietos”, explica John Carrillo. Solo en Colombia, su compañía tiene 70 empleados, pero también, tiene oficinas en Perú y México. Con los cierres y medidas, la seguridad laboral de sus trabajadores se vio amenazada.

Para evitar un colapso económico, buscaron estrategias de adaptación: “Hicimos una convocatoria interna. Buscamos con nuestros empleados ideas para desarrollar oportunidades de negocio. Uno de ellos dijo: ‘mi hija no tiene en dónde estudiar. Estamos mi esposa y yo, y ella no tiene lugar’. Pensamos entonces en desarrollar un prototipo de escritorio”.

Así desarrollaron la propuesta: un escritorio plegable para niños, que no genera desperdicios y que está fabricado con PTA, material amigable con el medio ambiente. Cada uno pesa entre 2 y 3,6 kilos, según el tamaño; hay uno para niños de 2 a 6 años, otro para niños de 6 a 10 años y uno más, para adolescentes o adultos. Este último es el único que no tiene silla incluida.

Los muebles no tienen piezas sueltas e, incluso, la caja hace parte del diseño. “Se pueden mover, no se humedecen y pueden limpiarse fácilmente”, dice Carrillo y agrega que sus materiales se adaptan a climas cálidos, húmedos o fríos.

Además, aunque su forma original es el color blanco, es posible personalizarlos con figuras, imágenes y, por supuesto, con otros colores.

Este diseño es una alternativa económica para padres que necesitan adecuar un lugar de trabajo para sus hijos, teniendo en cuenta que los precios están entre los 95.000 y 135.000 pesos por unidad. Y los hijos de personas de la compañía han sido los primeros usuarios: los escritorios han sido una solución rápida y práctica para ellos. Pero en adelante, Carrillo espera llegar a más públicos y a más mercados, para ofrecer esta solución a quienes la necesitan.

“Hasta ahora tenemos todo listo, pero no hemos comercializado el material. Queremos mostrarlo para que pueda hacer parte de un plan. Vemos, por ejemplo, que el Ministerio de Educación está donando computadoras, pero muchas veces los niños tienen que estudiar en el piso. Esta sería una buena solución”, dice.

Atrás quedaron, por lo menos temporalmente, las propuestas de diseño dirigidas a exhibir productos en supermercados. Como la salud es la nueva prioridad, además de escritorios, la empresa ha desarrollado elementos de bioseguridad (caretas para los tenderos, dispensadores de gel con el pie o ventanas de seguridad para recepcionistas, entre otros) para que sus clientes puedan llevar sus productos al punto de venta de manera segura.

"Vemos, por ejemplo, que el Ministerio de Educación está donando computadoras, pero muchas veces los niños tienen que estudiar en el piso. Esta sería una buena solución"

“Desarrollamos barras de seguridad en los supermercados y mensajes de ayuda en sistemas de señalización en el piso. Estos proyectos nos ayudarán a conectar con la nueva preocupación de los clientes”, dice Carrillo.

La reflexión de Carrillo tiene que ver con que el comprador cambió su forma de actuar: “Tenemos que pensar cómo cambian nuestros productos, tomar lo que hemos aprendido y funcionar de manera diferente. Pensar en crear más estrategias comerciales y cómo nuestro producto no será más físico, sino de asesoría”.

Su historia no deja duda de que la emergencia sanitaria exige un cambio de mirada para sobrevivir. “La incertidumbre es larga y no sabemos cómo va a funcionar esto. Nos tenemos que reinventar”, concluye Carrillo. La clave, como prueba esta compañía, está en la capacidad de adaptación y en la creatividad.